viernes, 10 de noviembre de 2023

LA MUJER QUE BUCEÓ DENTRO DEL CORAZÓN DEL MUNDO, LECTURA COMPARTIDA DEL MES DE OCTUBRE

 


Sabina Berman construye el personaje de Karen, la mujer de cuarenta años que cuenta su vida en primera persona, desde que siendo una niña fue criada a escondidas y en estado salvaje por una madre que renegaba de haberla tenido. Tras su muerte Karen pasa a ser tutelada por su tía Isabelle que ve las limitaciones de su sobrina (incapacidad para llevar una vida autónoma e independiente) pero le revela sus fortalezas: no sabe mentir, no le afectan las cosas que no existen y es consciente de que sabe sólo lo que sabe con una memoria superior al 98% de los mortales y una comprensión espacial al 99,99%.

El embargo de la empresa familiar Atunes Consuelo marcará el despegue de Karen, por sus ideas brillantes para el negocio familiar aunque sus comportamientos y puntos de vista chocarán siempre con las ideas establecidas provocando situaciones cómicas y a veces embarazosas.

A partir de ahí los sucesos se aceleran en escenarios como Japón, Portugal, Londres o París y entran en juego las tácticas comerciales y empresariales, los terroristas ecológicos y aquellos que aman el dinero en abundancia.

Un libro que nos ha permitido meternos en la piel de las personas con Tea ( trastorno del espectro autista ) que con frecuencia tienen problemas con la comunicación y las interacciones sociales además de sentir fascinación por el mundo animal. Dentro de esta anomalía hemos descubierto un tipo especial de autismo relacionado con el síndrome de Asperger denominado síndrome de Savant o sabio aunque las personas diagnosticadas con este síndrome muestran un nivel de maestría mayor como es el caso Karen, protagonista de esta novela. Ella es un genio por sus aptitudes artísticas y la interpretación de mapas, lo pudimos comprobar cuando ya en la Universidad dibujó la granja de su profesor quedando perplejo. Similitudes como ésta la hemos encontrado en la vida real con Stephen Wiltshire que a los once años, y tras un breve viaje en helicóptero, Stephen pidió lápiz y papel y reprodujo la vista aérea de la ciudad de Londres con total precisión, respetando la perspectiva y sin olvidar ningún detalle. Dibujó hasta el número exacto de ventanas que tenían los principales edificios.




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