viernes, 28 de diciembre de 2018

CRIMEN Y CASTIGO EL GRAN RETO DEL CLUB DE LECTURA



Esta lectura compartida en el mes de noviembre en el Club de lectura ha sido uno de los mayores retos que este grupo ha conseguido durante este año, no solo por la densidad de la novela, que alcanza casi las ochocientas páginas, sino por la profundidad de este drama con tintes filosóficos y sociales que refleja la lucha del hombre contra su propia conciencia.

El relato gira en torno al personaje de Rodio Ramánovich Raskólnikov, un joven estudiante universitario nacido en una familia humilde que se marcha a estudiar a San Peterburgo. La situación de miseria en la que vive le lleva a abandonar los estudios y maquinar un crimen: matar a una vieja usurera para robarle y así ayudar económicamente a su familia evitando que su hermana Dunia se case con un hombre al que no ama solo porque necesita mantener a su madre.

La historia se divide en seis partes a las que se le añade un epílogo. La primera mitad está dedicada a la lucha interior que vive Raskólnikov marcada por la situación de pobreza, el diseño y la ejecución del crimen que no le llevará a ninguna satisfacción después de haberlo cometido. Es aquí donde comienza la lucha del hombre contra su propia conciencia. Necesita ser descubierto para liberarse de sus cadenas. En la segunda mitad se centrará  en la liberación del protagonista marcada por obsesivas reflexiones con las que intenta torturar al lector, y es donde vemos en Dostoiesvki un perfecto conocedor de la mente y el alma humana.

Decía Teresa Suárez, experta criminóloga, que en el imaginario popular está extendida la creencia de que los crímenes más salvajes son cometidos por personas que sufren algún tipo de trastorno mental, pero las estadísticas criminológicas demuestran que no es así, y que la mayoría de los delitos violentos son cometidos por personas normales y es así como Dostoyevski nos presenta a Rodio.
Se aleja de la mera descripción, tan usada en el siglo XIX, para inmiscuirse en la mente humana y mostrarnos emociones y sentimientos , además de plasmar la sociedad rusa del momento llena de miseria y  represión de los zares, prueba de ello la tenemos en el nombre del protagonista Rodio Ramánovich Raskólnikov que significa la patria de los Romanov –los zares– se ha resquebrajado.

Los zares concentraban todo el poder, decidían la paz y la guerra, decretaban las leyes, nombraban y separaban ministros, y poseían la máxima autoridad religiosa. No existía ninguna institución que limitase el poder de los zares. La policía; controlada por ellos; era la encargada de la persecución de cualquier persona o grupo considerado como subversivo. 

En este ambiente escribe Fiódor Mijáilovich Dostoievski en 1866 esta obra literaria donde plasma la figura del superhombre que posteriormente desarrollaría Nietzsche. El protagonista de la novela se compara con Napoleón. Él asume que la sociedad se divide en dos tipos de personas: las que son superiores y tienen derecho a cometer crímenes si eso beneficia a la sociedad, y las inferiores, que sólo sirven para reproducirse y han de someterse a las leyes. Por descontado, él se considera a sí mismo entre el primer grupo. El piensa que matando a la vieja usurera y  apoderándose de su dinero lo podría destinar al bien  la humanidad.

"¿no crees que el crimen, el pequeño crimen, quedaría ampliamente compensado por los millares de
buenas acciones del criminal? A cambio de una sola vida, miles de seres salvados de la corrupción. Por una sola muerte, cien vidas"

Aquí Dostoievski muestra una vez más su valentía, pues se consideraba delito apoyar ideas liberales y nihilistas, referenciadas también en la novela, que podían cuestionar el orden establecido. En el año 1850 se prohibió la enseñanza de la Filosofía en la Universidad.   La Policía se esforzó en controlar el mundo intelectual y establecer una dura censura con todo lo que se publicaba. Podemos ver en Crimen y Castigo algunos tintes autobiográficos como la deportación a Siberia que sufrió el propio escritor. 

Sin duda es en la última etapa de su vida cuando Dostoievski publica sus mejores trabajos. Muere el 9 de febrero de 1881, siemdo miembro de honor de la Academia de las Ciencia y con  prestigio internacional. 

Incluyo aquí seis motivos que Universia España da para leer Crimen y Castigo:

1)      Es considerada por la crítica como la obra magistral de quien en numerosas ocasiones ha sido reconocido como el más destacado exponente de la novela rusa, motivo suficiente para por lo menos considerar su lectura en algún momento.
2)      Porque por las condiciones en que fue escrita, permite comprender que para ser un gran escritor no es necesario poseer el mejor escritorio o la pluma más ágil, sino, una historia que contar y una mente ágil para imaginar situaciones fuera de lo común.
3)      Revela como pocas obras la otra cara del crimen: el castigo, pero no el castigo institucional o social, sino el de la propia mente. La conciencia, los drásticos giros del pensamiento y un profundo sentimiento de culpa se hacen presentes en este texto, al punto de invadir a sus lectores en una experiencia literaria atrapante y cruda.
4)      Porque casi accidentalmente revela una de las máximas teorías respecto a la felicidad: esta no puede alcanzarse con planificaciones y cálculos meticulosos, solo llegará con el sufrimiento necesario que precede a todo momento de gloria.
5)      Ningún otro autor ha logrado captar la sensación de pánico del modo en que Dostoievski lo ha hecho en Crimen y Castigo. El perfil psicológico que hace de su personaje es sencillamente brillante.
6)      Porque la disputa entre el bien y el mal, el deber y el querer hacer, se encuentra siempre latente en toda sociedad.



“El sufrimiento y el dolor van necesariamente unidos a un gran corazón y a una elevada inteligencia. Los verdaderos grandes hombres deben de experimentar, a mi entender, una gran tristeza en este mundo.” 
FIÓDOR MIJÁILOVICH DOSTOYEVSK



lunes, 17 de diciembre de 2018

NOVEDADES LITERARIAS PARA CELEBRAR EL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA 2018





El 16 de diciembre es el día elegido por la Junta de Andalucía para celebrar el Día de la Lectura en Andalucía. Este día nació Rafael Alberti y también, tal día como ese, en 1927 se reunieron en el Ateneo sevillano los poetas que conformarían la Generación del 27: Lorca, Alberti, Dámaso Alonso, Bergamín, Cernuda y Gerardo Diego. Alrededor del 16 de diciembre, por tanto, se celebran en las distintas provincias de la comunidad autónoma actividades literarias y de fomento de la lectura.

En la Biblioteca de Baena lo hemos querido celebrar con la presentación de las NOVEDADES LITERARIAS adquiridas y así poder disfrutar de la lectura más actual.

Para los usuarios adultos, os mostramos una información parcial de las últimas obras adquiridas, muchas de ellas solicitadas por los propios usuarios de la Biblioteca.



El público Juvenil va a poder disfrutar de los premios literarios para edades comprendidas entre 13 y 18 años.



Para los que disfrutan con Gerónimo y Tea Stilton  aquí tenéis algunos de los títulos adquiridos.



Si tus aficiones son la danza y el fútbol, echa un vistazo a estas nuevas adquisiciones.



La Consejería de Cultura, a través del Centro Andaluz de las Letras, dedica el año 2018 el Día de la Lectura en Andalucía a un panel heterodoxo de personalidades literarias andaluzas o relacionadas íntimamente con nuestra tierra. Bajo el lema Libros con nombre propio. Heterodoxia y compromiso con la literatura andaluza, los autores y autoras María Teresa León, Gloria Fuertes, Domingo F. Failde, Zenobia Camprubí, Juan de Loxa, Leopoldo de Luis, Antonio Hernández, José Luis Tobalina y Agustín Gómez Arcos serán los protagonistas de los actos centrales en esta edición 2018.

Todos los años, el Centro Andaluz de las Letras elige como figura central a un escritor o escritora y sus palabras son el eco de la Alocución ciudadana que se lee en todos los actos que se celebran en Andalucía. Este año 2018 la alocución la ha realizado el poeta Jorge Urrutia y nos invita a la lectura a través de un bellísimo texto titulado Leer es descubrir que dice así:


¿Qué es más importante, leer o escribir? Van a decirme ustedes que es una pregunta extraña, pero las preguntas que no son extrañas no merecen hacerse. Hay tanto ya escrito, que parece más importante leer. Pero leer no consiste simplemente en juntar letras y palabras, sino en comprender lo que se lee. Y comprender es más que entender el significado de la cadena que conforman, unas detrás de las otras, las palabras. Leer, y leer literatura, consiste en sumergirse en lo que el libro ordena y penetrar en la vida que, parecida o no a la cotidiana, el escritor construye. De modo que leer es vivir. Y también soñar un mundo nuevo y tal vez maravilloso. O simplemente, soñar nuestra calle. También resistir la dureza y dificultad de la existencia, con sus disgustos, sus dificultades, sus amenazas, sus daños, sus penas. Leer es sobrevivir. Entre escribir y leer, parece que lo más importante, lo que nos corresponde a todos, es leer. Pero para que podamos leer, antes alguien ha tenido que escribir. Y tampoco escribir consiste sólo en juntar las letras para construir palabras, ni en poner las palabras en fila para hacer frases, ni en acumular las frases. El escritor selecciona del mundo lo más significativo y nos lo pone delante para que lo comprendamos. Escribir es hacer que el lector descubra. Ayer, decimos a los amigos, hice una excursión y descubrí un lugar encantador. Ese lugar, paisaje, pueblo, edificio, existía ya, pero no habíamos viajado hasta allí o no habíamos tenido noticia de él. Así, el escritor nos hace conocer lo que, visto ya o no, desconocíamos o no apreciábamos. Nos pone delante lo diferente, lo otro, la cara oculta de la luna, lo prohibido, lo secreto. El escritor debe ser un heterodoxo, alguien que no sigue lo ordenado, lo previsto, lo impuesto. El escritor se rebela contra lo sabido y, por ello, nos empuja a conocer un mundo nuevo. Un poeta tan nuestro como Rafael Alberti se quejaba desde el exilio de lo que escribían los poetas andaluces durante la dictadura franquista: “¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? /¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? / ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?” Cuando cantan, decía Alberti, parecen que están solos. Pero Alberti sólo quería llamar la atención, porque había poetas andaluces solidarios que no se limitaban a describir paisajes o a trazar versos sentimentales.

Uno de esos poetas fue Leopoldo de Luis, cordobés —serio como son los cordobeses, reconcentrado, como se reconcentran los cordobeses, senequista, porque los cordobeses llevan a Séneca en el fondo de su pensamiento— que supo encontrar una voz diferente y hablar de la tierra, de la mina, del mar, de la luz, del trabajo, del hambre. De aquello que ha sido el sufrir de nuestra gente. Pero encontraba siempre una esperanza, confiaba en que el ser humano sabe vencer las dificultades para lograr una vida más justa. Era una poesía alejada de lo manido, de lo consabido, del folklore barato que el franquismo quería ver cómo única imagen de Andalucía y de España. Así, en el poema “Andalucía, julio”, el poeta descubre el sonido de la tierra, la pobreza de la tierra, su soledad. Tierra por la que transitan gentes doloridas y quemadas por la dureza de la vida. “Suena la tierra al sur. Campos ardidos, / secos rastrojos, cenicientas matas, / olivos negros para la aceituna / que rueda ciega hacia otras patrias”. Es una imagen dura de nuestro país que había que denunciar y simbolizar ante los ojos de la gente: “Hay una patria de esperanza y sombra / donde amanece el hombre cada día, / tierras aradas en silencio, campos, / que en soledad siguen soñando vida”. Lo ortodoxo, como en las películas del franquismo, hubiera sido hablar de los campesinos que trabajan cantando, pero el poeta sabe bien que se araba en silencio. O como se decía: cuando el andaluz canta, algo tiene en la garganta. El cante jondo. El cordobés Leopoldo de Luis, que cumpliría ahora cien años, poeta serio, triste tantas veces, siempre muestra confianza en la gente, en todos nosotros; se basa en la fuerza que se obtiene del trabajo, de la decisión, de la voluntad. Por eso, uno de sus poemas más famosos dice: “cada uno hace la patria / con lo que tiene a mano”, es decir: la herramienta, los materiales, la fatiga, la ilusión y, termina: “La rosa de la esperanza aún en la sonrisa”. El poeta —hoy Leopoldo de Luis— escribe, nos descubre el mundo, nos invita a cambiarlo. Nosotros leemos. Descubrimos con él. Nos decidimos a la vida, a una nueva vida que tal vez alcancemos. Escribir y leer. Toda una vida.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

CENA LITERARIA CLUB DE LECTURA



La fusión de la literatura con el arte culinario ha sido siempre un referente en el Club de lectura de la Biblioteca. Durante cinco años consecutivos hemos tomado de referencia una de las novelas leídas durante el año para hacer al final del mismo un almuerzo o cena donde recreamos comidas referenciadas en esas obras literarias.

Este año la novela elegida para la confección del menú ha sido la novela de Isabel Allende La casa de los espíritus. Los entrantes hacen referencia a la semana de penitencia y de ayuno, que se mantenía para conmemorar la Pasión del Señor donde  "no se jugaba baraja, no se tocaba música que incitara a la lujuria o al olvido, y se observaba, dentro de lo posible, la mayor tristeza y castidad, a pesar de que justamente en esos días, el aguijonazo del demonio tentaba con mayor insistencia la débil carne católica. El ayuno consistía en suaves pasteles de hojaldre, sabrosos guisos de verdura, esponjosas tortillas y grandes quesos traídos del campo, con los que las familias recordaban la Pasión del Señor"

Para los platos principales nos basados en la anunciación oficial del noviazgo de Clara del Valle y Esteban Trueba que dice así: 

A fin de año, cerca de Navidad, anunciaron oficialmente su noviazgo por el periódico y se colocaron las argollas en presencia de sus parientes y amigos íntimos, más de cien personas en total, en un banquete pantagruélico, donde desfilaron las bandejas con pavos rellenos, los cerdos acaramelados, los congrios de agua fría, las langostas gratinadas, las ostras vivas, las tortas de naranja y limón de las Carmelitas de almendra y nuez de las Dominicas, de chocolate y huevomol de las Clarisas, y cajas de champán traídas de Francia a través del cónsul, que hacía contrabando con sus privilegios diplomáticos, pero todo servido y presentado con gran sencillez por las antiguas empleadas de la casa, con sus delantales negros de todos los días, para darle al festín la apariencia de una modesta reunión familiar, porque toda extravagancia era una prueba de chabacanería y condenada como un pecado de vanidad mundana y un signo de mal gusto, debido al ancestro austero y algo lúgubre de aquella sociedad descendiente de los más esforzados emigrantes castellanos y vascos.

A esta Cena no podían faltar los protagonistas de la novela Clara del Valle y Esteban Trueba caracterizados con los integrantes del club de lectura Clara Jorge y Rafa Sánchez. Ellos y todos los componentes del Club de Lectura, acompañados de sus respectivas parejas, disfrutaremos de una noche  repleta de cultura chilena y mucha mucha LITERATURA.