Una rata noruega varón protagoniza esta novela llena profundas reflexiones y con una mezcla tragicómica.
Afirmaba el ilustrador de la obra el dibujante chileno Fernando Krahn que como una rata,que es un ser repugnante, puede transmitir tanta ternura. Esta misma sensación es la que nos ha transmitido al club de lectura de la biblioteca este roedor que vive en la librería Pembroke, situada en la plaza Scollay un barrio degradado de Boston.
“Nunca he estado muy bien de la cabeza, pero a loco no llego. (...) En mi caso, el problema nunca ha estado en los espejos -en ellos sólo habita el de siempre, el tipo de la barbilla hundida-, sino en la imagen de mí mismo que no está en el espejo, la que veo cuando me hallo tendido boca arriba y me miro los dedos y me cuento todas esas historias maravillosas, cuando me embarco lo que llamo sueños, dejando fuera lo que carece de sentido y dándole a la vida un principio, un desarrollo y un desenlace.” (p. 109)
En esta vieja tienda de libros del excéntrico Norman Shine, Firmin se convierte en el típico ratón de biblioteca, no solo por la cultura que adquiere con los libros sino también porque estos serán su sustento durante los primeros meses de vida. Pero rápidamente comprende que una rata culta y con poderosa imaginación es una rata solitaria. Marginada por su familia busca la amistad del librero y de Jerry Magoon, un escritor de ciencia-ficción fracasado.
Las calles de Boston , la transformación de la ciudad y sus emblemáticos edificios, van a ser el escenario central de esta novela donde su autor, Sam Savaje, han querido hacer un alegato a libros y autores, con curiosas relaciones entre los libros y los gustos que va dejando en Firmin. Es también una reflexión sobre una ciudad, una profesión como la de librero y la inadaptación del escritor en el mundo contemporáneo.
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