El Club de Lectura de la Biblioteca ha vuelto a
dar vida a estos encuentros con su ya tradicional Ruta Literaria, que en esta novena
edición ha girado en torno a la figura de José Amador de los Ríos: historiador, arqueólogo y crítico literario destacado, pero también —aunque en
menor medida— traductor de latín, hebreo, italiano y francés, poeta, autor
dramático y pintor. Una vida intensa que dejó una huella indeleble no solo en
la cultura española del siglo XIX, sino también en su propia familia: su
hermano Demetrio y su hijo Rodrigo, que también supieron aplicar sus enseñanzas.
La ciudad elegida para trazar este viaje no podía
ser otra que Sevilla, en homenaje a su obra Sevilla pintoresca y
al vínculo profundo que mantuvo con esta tierra. En esta ruta nos ha querido acompañar para tener más presente a la familia Amador de los Ríos, Ana Gallego Fabián de los Ríos, tataranieta de Demetrio de los Ríos.
Primera
parada: La Iglesia del Sagrario
Junto a la majestuosa Catedral de Sevilla, esta
iglesia de nave única y capillas lateralesdiseñada por arquitectos como Miguel
de Zumárraga, Alonso Vandelvira y Cristóbal de Rojas entre
1618 y 1662. Aquí, como nos explicó Jesús Serrano, José Amador de los Ríos
contrajo matrimonio y bautizó a sus hijos mayores. Los documentos que así
lo atestiguan se conservan en la Biblioteca Colombina, custodiando parte
de su historia más personal.
Segunda
parada: El Ayuntamiento de Sevilla y el espíritu de Demetrio
Frente a la fachada del Ayuntamiento, Manuel
Albendín nos relató la labor restauradora de Demetrio de los Ríos,
quien supo introducir en pleno siglo XIX el estilo plateresco en esta
joya arquitectónica. Como si el propio Demetrio nos acompañara, un camión de
mudanzas con su nombre se cruzó en nuestro camino,
y un golpe de suerte nos
permitió acceder al interior del edificio para descubrir la espectacular
escalera diseñada por él: una obra maestra que une dos edificios mediante
una geometría sorprendente.
Tercera
parada: La Casa Palacio de la Condesa de Lebrija
La visita a esta casa-museo fue una inmersión en
el arte y la arqueología. Doña Regla Manjón, su
propietaria, fue una mujer adelantada a su tiempo, apasionada por el
coleccionismo. Uno de los tesoros más emblemáticos del lugar es el mosaico
romano descubierto en Itálica denominado Los amantes de Zeus perfectamente integrado en los suelos de la planta baja.
Durante nuestra visita guiada de la mano de Engranajes
Culturales, recorrimos estancias fascinantes como la habitación ochavada
y apreciamos la compleja adaptación arquitectónica necesaria para dar cabida a
los mármoles, esculturas y objetos arqueológicos.
Recuerdo también que Rodrigo
Amador de los Ríos realizó en 1912 un primer estudio sobre este lugar, al
que ya denominaba Museo Italicense.
Subimos por la majestuosa escalera y recorremos el resto de estancias de esta casa palacio.
En la biblioteca privada, se conserva la correspondencia
de la condesa con intelectuales y personajes más influyentes de su época, testigo silencioso de una
mente inquieta y una vida llena de significado.
A la salida, me sorprendió una reflexión
escrita por doña Regla Manjón en 1920 :
Tienen las casas fisonomía
Tienen las casas alma
Tienen algo indefinible nacido de una idea
o de un sentimiento.
Tienen algunas el incomparable sello de una época
Otras las huellas de una personalidad Augusta
Hay casas que ríen y
otras que lloran.
Esta casa, renovada y envejecida hoy, es
abreviado compendio donde toda mi vida
se ha condensado. Esa es el relicario
donde he guardado las venerables
memorias…los sagrados objetos…
los fúnebres crespones de mi luto,
los artísticos tesoros durante toda
mi vida acumulados…
Escrito por la Condesa de Lebrija, 1920
Cuarta parada:
El Panteón de los Sevillanos Ilustres
Situado en la cripta de la Iglesia de la
Anunciación, allí descansan grandes figuras como José Amador de los Ríos,
Regla Manjón o Gustavo Adolfo Bécquer. Aunque no pudimos acceder
al interior debido a las restricciones universitarias, a pesar de los intentos de nuestro colaborador en esta ruta Julio
Fernández, realizamos una emotiva ofrenda: la lápida de José Amador de los Ríos, en papel, con flores colocada simbólicamente junto al muro, como homenaje silencioso a
nuestro protagonista.

Quinta parada: Santiponce, Itálica y la memoria arqueológica
La jornada nos llevó después hasta la vecina localidad de Santiponce y adentrarnos en el Conjunto Arqueológico de Itálica. Bajo la guía de Manolo Albendín, exploramos la grandeza del anfiteatro romano, testigo imponente de la Hispania romana.
así como las lujosas domus, entre las que destaca la recientemente bautizada Casa Demetrio de los Ríos, en homenaje al arquitecto que la descubrió y dirigió las excavaciones arqueológicas desde 1860 hasta 1879.
Nos detuvimos especialmente en la Casa de los Pájaros, cuyo mosaico es considerado el mejor conservado del yacimiento.
Última parada: Monasterio de San Isidoro del Campo
Cerramos esta intensa jornada con la visita al Monasterio de San Isidoro del Campo, fundado en 1301 por Guzmán el Bueno. Esta fue la primera institución monástica en Andalucía impulsada por un particular, un gesto que revela su devoción por San Isidoro y su voluntad de establecer allí el panteón familiar de los Guzmanes.
Dos iglesias yuxtapuestas nos sorprenden con uno de los retablos más significativos de la Escuela Sevillana del siglo XVII. Un impresionante San Jerónimo orante y dos figuras laterales de San Juan Bautista y San Juan Evangelista del inigualable Juan Martínez Montañez.

A la orden cisterciense que puebla los inicios del monasterio le sustituye la orden jerónima lo que supuso un gran cambio estético, ya que paredes y muros se decoran con frescos multicolores de estilo claramente mudéjar, realizados entre los siglos XV al XVIII. El claustro de los muertos da paso al refectorio, la sacristía y sala capitular.
Nos comentaba Julio Fernández que en este monasterio surgió uno de los focos más activos de la Reforma protestante en España.
Las Desamortizaciones alcanzaron al monasterio en 1.835, fecha en que comienza un largo y progresivo proceso de deterioro. Dividido en varias zonas, algunas de ellas fueron usadas para el almacenaje y fabricación de tabaco, cerveza y malta, e incluso como cárcel para mujeres.
Actualmente es propiedad de la Fundación Casa Álvarez de Toledo y Mencos, que tiene suscrito un Convenio de colaboración y cesión temporal de uso compartido con la Junta de Andalucía.
Esta IX Ruta Literaria nos permitió no solo redescubrir a Demetrio y José Amador de los Ríos y su familia, sino también plantearnos preguntas actuales sobre el patrimonio: ¿fueron los coleccionistas decimonónicos expoliadores o salvadores de un legado cultural? ¿Qué papel debe jugar el Estado en la conservación de nuestra historia?
Más allá de las respuestas, lo que permanece es el asombro ante una vida —y una ciudad— que supieron fundirse en el tiempo para dejarnos un legado cultural inigualable.
Me despido de Sevilla con esa extraña mezcla de nostalgia y gratitud, sabiendo que esta ruta no fue un simple paseo por el pasado, sino un viaje a la arqueología de la mano de Demetrio y José Amador de los Ríos.
Gracias a Jesús Serrano Reyes, biógrafo de José Amador de los Ríos a Manuel Albendín, por sus aportaciones sobre Demetrio de los Ríos y a Julio Fernández por sus gestiones protocolarias, sin ellos esta ruta no hubiera sido posible.