martes, 20 de noviembre de 2018

LA ALCARRIA, ESE HERMOSO PAÍS AL QUE A LA GENTE NO LE DA LA GANA DE IR







Así describía Camilo José Cela en su libro Viaje a la Alcarria a estas tierras donde el Club de lectura de nuestra Biblioteca se trasladó el pasado mes de octubre. Don Camilo estuvo por esos lugares allá por el año 1946 y supo mezclar la literatura y la geografía para escribir un libro por el que el autor confiesa tener una predilección especial y que se publicó en nuestro país en 1948.

Cuando se cumple setenta años de su publicación volvemos a disfrutar de un  mosaico de personajes unidos a un entorno como es la Alcarria, una zona deprimida, por aquellos años, de la España rural.  Uno de sus rasgos estilísticos del libro y lo que más sorprende es dar la sensación de un reportaje escrito sobre la marcha, y con sencillez.  Con los personajes el viajero se entretiene un instante y fluye un diálogo fresco y espontáneo. Américo Castro califica al libro como una obra de alta calidad artística.  

Nos comentaba el autor en el prólogo de este libro que si la literatura fuera un cúmulo de sabidurías, la literatura dejaría automáticamente de interesarle. Por el contrario piensa que la literatura es un camino -nítido a veces, y a veces borroso y desdibujado- que no se camina jamás. De ahí su entrega cada día con menores reservas y mayor y más juiciosa fruición, a su menester.

Y de esa entrega de su autor nace esta VI Ruta literaria que comienza en Alcalá de Henares," allí donde se apea mucha gente y queda el tren medio vacío ". 

Al adentrarnos en la ciudad nos la encontramos transformada con un inmenso mercado medieval que abarca casi todo el casco histórico y que nos viene a recordar aquel pasado donde la mezquita, las antiguas sinagogas, los mercados y los oficios dieron forma y carácter a una villa llena de contrastes y ejemplo de convivencia.





Alcalá también atesora importantes yacimientos arqueológicos que nos hablan de la Complutus de los romanos, así nuestra primera parada se centró en un recorrido por el Museo Arqueológico Regional  que nos situó en los principales vestigios arqueológicos, paleontológicos e históricos de esta villa.

Pero ante todo estamos ante una ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en base al cumplimiento de tres criterios:

  • Por ser la primera ciudad diseñada y construida como sede de una universidad, y este diseño serviría como modelo a otros centros de enseñanza en Europa y América. 
  • Por el concepto de Ciudad de Dios (Civitas Dei) que se materializó por primera vez en Alcalá de Henares donde se irradió al mundo entero.
  • Por la contribución de Alcalá de Henares al desarrollo intelectual de la humanidad. Los avances  lingüísticos relativos a la Lengua Española tuvieron lugar aquí a través del trabajo de Miguel de Cervantes que nace en esta ciudad en 1547 y su obra maestra Don Quijote de la Mancha.






La imponente fachada de la Universidad construida a partir de 1537 por Rodrigo Gil de Hontañón aguardaba nuestra visita. Allí nos esperaba Cristina, nuestra guía, que nos haría un recorrido por este conjunto de edificios formado por el Colegio Mayor de San Ildefonso y Rectorado de la Universidad.



Forman este conjunto diferentes patios  el de Sto Tomás de Villanueva, el de los Filósofos o este que se ve en la fotografía El patio Trilingüe denominado así porque el colegio se dedicaba al estudio de las Sagradas Escrituras en latín, griego y hebreo. El patio construido entre 1564 y 1570 por Pedro de la Cotera sigue el modelo renacentista del Hospital de los Inocentes de Florencia, de Filippo Bruneleschi. 





Desde aquí  accedemos Paraninfo o Aula Magna, lugar destinado a la imposición de los grados y donde tenían lugar los solemnes actos académicos.






En la actualidad cada año acoge  el día 23 de abril la ceremonia de entrega del Premio Cervantes de Literatura.





El edificio más antiguo de la Universidad es la capilla de San Ildefonso, levantada en 1510. Las yeserías de sus muros contrastan con los motivos ornamentales góticos, mudéjares y renacentistas que junto con la decoración policromada del presbiterio convierten al edificio en uno de los más bellos del Renacimiento español.





En esta capilla guarda el sepulcro del cardenal Cisneros, labrado en mármol de Carrara por Doménico Fancelli y Bartolomé Ordóñez.



Este mausoleo presenta  la figura del cardenal en posición yacente y es uno de los máximos exponentes de la escultura funeraria renacentista. La anécdota que guarda este panteón es que se encuentra vacío, pues los restos del cardenal Cisneros no se encuentran dentro, sino bajo una sencilla lápida en la Catedral Magistral de Alcalá.



Seguimos hacia el  palacio Arzobispal,  la que fuera residencia del Arzobispo de Toledo en Alcalá de Henares. Esta magnífica fachada con una mezcla de estilos que van desde el mudéjar al barroco ha sufrido muchas remodelaciones hasta el siglo XIX. Famoso por ser el lugar donde se realizó la primera entrevista entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón.


Tras un intenso día por esta preciosa ciudad, será Guadalajara nuestro punto de partida para la siguiente jornada.

Guadalajara una ciudad con orígenes árabes que sorprende a cada paso por la historia y su cultura. Está llena de palacios renacentistas donde se ubican gran cantidad de administraciones pública y privadas, edificios mudéjares e iglesias barrocas y que aún conserva el esplendor que le dieron la familia Mendoza como villa palaciega convirtiéndola en corte señorial del Renacimiento.

Nuestra primera parada tendrá lugar en el panteón de la Condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, construido entre 1882 y 1916. Aunque no lo pudimos disfrutar en todo su esplendor por las obras de restauración de la cúpula y fachada si que lo hicimos de su interior obra del arquitecto burgalés Ricardo Velázquez Bosco y que Mª Diega Desmaisiéres Sevillano, duquesa de Sevillano, mandara construir en honor de su padre y familiares fallecidos  años antes para ser enterrados en el mismo.




Una vez en su interior descubrimos esta impresionante construcción y la increíble labor que la Condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano hizo por esta ciudad. Una señora aristócrata que usaba su dinero para levantar edificios grandiosos pero no como ostentación sino para dar de comer y vestir a los pobres que en los primeros años del siglo XX eran muchos en Guadalajara. Una mujer que no nos ha dejado indiferentes, adelantada a su época, que funda asilos, colegios, da de comer a los pobres, mejora salarios y condiciones de trabajo, crea estructuras para mejorar la alimentación, se preocupa de los parados que no tienen con qué sustentarse, de las jóvenes que entran en el mundo de la prostitución en edades muy tempranas y a la que la muerte le sorprende en Burdeos sin herederos ni testamento y sin nadie que reclame su fortuna.





Muy cerca de donde nos encontramos y junto un inmenso parque descubrimos la Iglesia de San Francisco construida junto a un convento de frailes franciscanos construido en el siglo XIV con la llegada de la familia Mendoza a Guadalajara. Será don Iñigo López de Mendoza, el marqués de Santillana, en la primera mitad del siglo XV, quien impulse las obras y dote a iglesia y convento de buena parte de las obras de arte y su hijo Diego, primer duque del Infantado, el que mandara construir a ambos lados del presbiterio los primeros enterramientos.




Pero lo que más sorprendente de nuestra visita fue  la cripta de San Francisco  mandada construir en el s. XVIII por el X duque, Juan de Dios de Mendoza, una réplica de la cripta que bajo el altar se conserva en la basílica del Monasterio del Escorial. Una planta elíptica que se cubre con una gran bóveda y decorada con ricos mármoles que ha sufrido el saqueo de la Guerra de la Indepencia y Guerra Civil española.


Siguiendo a nuestro fiel viajero llegamos al Palacio del Infantado que en su viaje se lo encontró  " en el suelo" y es que en 1936 el palacio fue bombardeado. En 1961 el XVIII Duque del Infantado (reservando una zona para vivienda y archivo familiar) junto con el Ayuntamiento de Guadalajara ceden el palacio a la Diputación foral para llevar a cabo la reconstrucción y rehabilitación, aunque su antiguo esplendor renacentista se perdió para siempre hoy nos podemos hacer una idea con esta restauración y la fachada gótica-renacentista decorada con puntas de diamante que en la actualidad alberga al Archivo Histórico y el Museo Provincial de Guadalajara.




Otra de la paradas imprescindible fue la visita del Palacio de la Cotilla, un edificio del siglo XVII y muy curioso pues a finales del siglo XIX, sus propietarios, los marqueses de Villamejor, Ana de Torres e Ignacio de Figueroa, padres del conde de Romanones, le dieron un toque oriental con la decoración de un salón de té chino ataviado con papel de arroz y pintado original, según el estilo de la dinastía Qing.




Muy cerca y desde el exterior pudimos apreciar los vestigios mudéjares de la ciudad con la capilla de Luís de Lucena o de los Urbina. Una capilla que se inspira en este estilo de la iglesia románica a la que prestaba servicio.



Muchos son los referentes a Cela y su libro que nos encontramos por toda la ciudad, 



pero el tiempo apremia y a poco más de 20 kilómetros  nos esperaba Torija, dándonos la bienvenida con su increíble castillo. 


En su interior descubrimos un espacio repleto de recuerdos de "Viaje a la Alcarria"  a lo largo de las tres plantas de la Torre del Homenaje nos encontramos con las imágenes que el fotógrafo austriaco Karl Wlasak (que acompañó a don Camilo durante todo su viaje) tomó de los paisanos que iba encontrado a su paso: el buhonero, don Severino, Martín el Sastre...además de un facsímil de su cuaderno de notas del viaje y numerosas ediciones, en multitud de idiomas, del libro. Junto al Museo, el patio de armas de la fortaleza acoge el Centro de Interpretación turística de la provincia de Guadalajara.

Seguimos el curso del rio Tajuña y a tan solo 14 km nos encontramos con Brihuega, aquí nuestro andante escritor llega a este pueblo por un atajo interesándose por el nombre del pueblo que le proporciona un tartamudo en el camino. Mas tarde llega el viajero a una fonda donde seguirá conociendo gente....

" Brihuega tiene un color gris azulado, como de humo de cigarro. Parece una ciudad antigua "

Junto al castillo de la Peña Bermeja, nos acogía el restaurante con el mismo nombre para reponer fuerzas en esta intensa jornada.



Pronto comenzamos nuestro recorrido por el conjunto histórico artístico de Brihuega con  Elena que nos esperaba al pie de la  puerta de la Guía. Arco que se abre en 1812, cuando en plena Guerra de la Independencia, el general Hugo establece el castillo como cuartel de las tropas francesas y para facilitar el paso de la población se perfora este torreón adornándolo con una pequeña hornacina de la Virgen de la Guía que da nombre a este arco.



A lo largo de nuestro trayecto iremos conociendo la historia de esta villa que alcanza su esplendor con Alfonso VI quien reinstauró el arzobispado de Toledo dotándolo con distintas poblaciones entre las que se encontraba Brihuega que se  vio favorecida con la visita de ilustres personajes. 

Para dotarla de población este mismo rey, dada su amistad con el rey taifa toledano Al-Mamun, consigue repoblarla de cordobeses y se establecen aquí una colonia mozárabe venida desde la capital del Califato, de ahí el carácter festivo y jocoso de los brihuegos.



Seguiremos nuestro recorrido hasta el Prado de Santa María, donde está  la iglesia  de Santa María de la Peña, construida en la 1ª mitad del siglo  XIII. Destaca por tener un estilo arquitectónico cisterciense de transición del románico al gótico que propició el arzobispo de Toledo Jiménez de Rada.



Atrás dejamos el convento de los franciscanos donde se encuentra el Museo de Miniaturas del ilusionista e hipnotizador profesor Max para continuar hacia la Plaza de toros conocida como La Muralla debido al gran parecido que tiene con la muralla cercana. Fue construida en tan sólo 200 días e inaugurada el 12 de junio de 1965 con la presencia de El Cordobés, Andrés Hernando y Paco Camino. Cuenta con 8000 localidades, por lo que es una de las plazas de toros más grandes de la provincia de Guadalajara.



En la Plaza del Coso encontramos el Ayuntamiento y la antigua cárcel que en la actualidad alberga a la oficina de turismo, ¡ y cual fue nuestra sorpresa al visitarla que encontramos a una baenense afincada en este pueblo e informadora turística del mismo.



Subiendo por la calle Mayor llegamos a la plazuela de Herradores para ver  una de las señas de identidad de este pueblo la Fuente Blanquina, una de las muchas que componen esta villa con un subsuelo cargado de manantiales naturales.




Esta fuente que sirve como soporte a la estructura del lavadero, está formada por tres pilones de piedra. La cara principal de la fuente cuenta con doce caños. Al mismo tiempo, hay otros doce en la cara que da al lavadero. La existencia de dos pilas diferenciadas en el área del lavadero tenía como función en una de las pilas, lavar la otra, para, a continuación, aclararla en la otra.




Y con este fluir del agua, terminamos nuestro recorrido por Brihuega y emplazados para volver en la floración de la lavanda.

A la caída de la tarde llegamos al hermoso pueblo de Cifuente, Su nombre se debe a las “cien fuentes” del que nace el río del mismo nombre que pasa por la villa y que desemboca en el río Tajo a la altura de Trillo. Construido por el infante don Juan Manuel en 1324 y cuna de la princesa de Éboli. Allí visitamos uno de sus principales monumentos la iglesia del Salvador de finales del s. XIII con estilos románico y gótico.




Amanece un nuevo día y este será nuestro siguiente destino de la mano textual de don Camilo que va a Pastrana y se hace amigo del alcalde don Mónico Fernández Toledano, hombre con"un sentido clásico y práctico de la hospitalidad y de la autoridad".

“A la mañana siguiente cuando el viajero se asomó ala Plaza de la hora y entró de verdad y para su uso, en Pastrana, la primera sensación que tuvo fue la de encontrarse con una ciudad medieval, una gran ciudad medieval…”



Pastrana es una ciudad con calles de nombres hermosos, llenos desugerencias: calle de las Damas, del Toro, de las Chimeneas, calle de Santa María, del Altozano, del Regachal, calle del Higueral, del
Heruelo, de Moratín” en honor a Leandro Fernández de Moratín que escribió aquí el sí de las niñas, donde se casó en segundas nupcias.

La plaza de la Hora y el Palacio Ducal van a ser nuestras primeras paradas donde se encuentra El palacio Ducal proyectado por el arquitecto Alonso de Covarrubias y mandado construir por los duques de Pastrana. El edificio sigue un trazado renacentista con planta cuadrada y torres esquinales además de patio central. En la actualidad es propiedad de la Universidad de Alcalá de Henares desde el año 1997.




"El viajero no sabe de quién será hoy este palacio —unos le dicen que de la familia de los duques, otros que del Estado, otros que de los jesuítas—, pero piensa que será de alguien que debe tener escasa simpatía por Pastrana, por el palacio, por la Éboli o por todos juntos. "

En él pasará su cautiverio y muerte Ana de Mendoza y la Cerda conocida como la princesa de Éboli.



En el interior conserva unos maravillosos artesonados igualmente diseñados por Alonso de Covarrubias, de estilo plateresco. Asimismo, destacan los zócalos de azulejería toledana de estilo mudéjar. En la torre de levante, estuvo retenida y prisionera la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda, entre 1581 y 1592, por orden de Felipe II.



Continuamos hacia la Plaza de los Cuatros Caños, hoy restaurada en el año 2001 por la Fundación Caja Madrid y que nuestro viajero escritor la describe así:

"El viajero, en la plaza de los Cuatro Caños, se encuentra con una fuente esbelta, en forma de copa, cubierta por una losa hendida por los años y rematada por un peón de ajedrez. De la fuente no mana el agua y en las grietas de la losa nacen unos yerbajos desgarbados. Para que se pueda sacar una fotografía, el alcalde ordena que se dé agua a los caños, y el alguacil, entonces, va a buscar un hierro y los desatasca. Algunas mujeres aprovechan para llenar sus cántaros y sus botijos."



 marchamos en trenecito hasta el convento del Carmen hoy Museo del V Centenario de Santa Teresa.


"Al convento del Carmen se sube por la cuesta que lleva a la ermita de San Pedro de Alcántara; debajo queda la gruta de San Juan de la Cruz, y a la derecha, como una proa, la ermita de Santa Teresa. Todos estos lugares son muy literarios y están adornados con huesos de personas, con relojes de la vida y con inscripciones alusivas a la brevedad de nuestras horas y a la que nos espera. (…)



En pleno corazón del valle del río Arles se abre esta construcción que mandan construir los príncipes de Éboli en el año 1569. Llaman a Santa Teresa de Jesús con el fin de fundar un convento de Carmelitas Descalzas, creando el de San José para mujeres y el de San Pedro (hoy del Carmen) para hombres. Por él pasaron las personas más importantes ligadas a la reforma carmelita como Santa Teresa, ya mencionada anteriormente o San Juan de la Cruz.




En el año 1991 cuando se celebró el IV Centenario de la muerte de San Juan de la Cruz, se inauguró el Museo Teresiano situado en los claustros, nave central y capillas de la iglesia con cuadros relativos a la fundación carmelita, tallas de Salzillo, pinturas de Carreño y objetos pertenecientes a Santa Teresa de Jesús y diversas reliquias de santos.

Y bajo la ermita y la roca de toba sobre la que se sustenta encontramos la cueva de San Juan de la Cruz, donde dice la tradición que el fraile abulense, en su época de maestro de novicios en este convento, se retiraba a meditar durante breves temporadas. Y que Camilo José Cela ya menciona en el libro con esta descripción:


" La gruta de San Juan está medio hundida y su boca aparece casi cubierta por la maleza; dejarla como la usara el santo, es cosa que se arreglaba con dos vigas; a las yerbas se las raía con fuego en media, hora. El convento aparece a cien pasos, o aun menos, de las ermitas."


Terminamos así nuestro viaje, y con ganas de volver con el Nuevo viaje a la Alcarria que escribiría Cela cuarenta años después.

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