Tres generaciones de mujeres en la China del siglo XX que sobrevivieron a las masacres perpetradas
durante el periodo comprendido entre 1909 y 1975.
La autora Jung Chang ha querido dejar constancia de este periodo rememorando esta historia familiar que comienza con su abuela Yu Fang, nacida en 1909 época en que China aún estaba sometida a un régimen feudal. A muy corta edad se convirtió en concubina de un general y Señor de la Guerra, viviendo en un ambiente opresivo lleno de intrigas entre esposas, concubinas y sirvientes. Fruto de su matrimonio nace su única hija Den Hong (Cisne Salvaje) que va crecer bajo el dominio japonés y la guerra civil entre el Partido nacionalista chino y el Partido Comunista (1926-1950). En este ambiente tan hostil conocerá en 1948 a Wang Yu su futuro esposo, de este matrimonio nacerá cinco hijos, uno de ellos es la autora de esta novela.
Se ha hablado mucho sobre las grandes masacres de la humanidad pero creo que pocos pueblos como China han sufrido tanto con los abusos de poder. Leyendo esta novela en el Club de Lectura de la Biblioteca hemos disfrutado y a la vez sufrido con todos los acontecimientos que se desatan, fiel reflejo de su historia cuando en 1917 se hunde el poder central y se unifica China con Chiang Kai Chek y forma el Kuomintang un gobierno militar que apoya al emperador y bajo su estela se deja llevar por la corrupción, el fraude y la prevaricación, mientras que el pueblo sufre toda clase de atropellos. Se sucederán durante diez años continuos enfrentamiento entre nacionalistas, comunistas y Señores de la Guerra, coincidiendo todas estas reyertas con la Guerra Civil (1926-1945) entre el Partido Nacionalista chino y el Partido Comunista que causó millones de victimas a partes iguales y la guerra chino japonesa (1939-1945).
En 1949 Mao Zedong y el Partido Comunista entran en el poder con el objetivo de dominar el mundo, finalidad que causó 70 millones de muertes en tiempos de paz y provocando la mayor hambruna de la historia con el denominado Gran Salto Adelante (1958) con el que quería poner a China a la cabeza de la producción mundial de Acero, con un éxodo de la población campesina a la industria y abandono del campo con la drástica reducción de la producción agrícola y las importaciones.
Tras el fracaso del Gran Salto Adelante que vieron las protagonistas de esta historia le sucederá otro gran proyecto La Revolución Cultural (1966-1969). Si el anterior afectó a la población campesina en este último será los intelectuales los que sufrirán las consecuencias. Es un proceso de reeducación a la población especialmente a los burgueses e intelectuales que vivían en las ciudades para que aprendieran las labores del campo. Esto supuso cierre de las Universidades por un tiempo, el rechazo de la cultura tradicional china, incluida la influencia de Confucio. En virtud de tal política, los guardias rojos arrasaron la mayoría de los templos de China, destruyeron libros y obras de arte, se puso en entredicho la autoridad de los maestros y profesores y se humilló a autoridades regionales y locales.
Escuchar estos acontecimientos en boca de su autora nos estremece pues estos cambios no solo supusieron el cambio de la estructura económica y política de un país sino lo que pretendíeron era destruir la identidad del individuo para crear una nueva persona sin pensamiento libre con una deificación a Mao y al Partido Comunista por encima de todas las cosas. En 1975 Deng Xiaoping accede al poder y comienza una nueva etapa para China.
Cuenta Jung Chang en un entrevista que estuvo mucho tiempo sin querer pensar en el pasado porque le era muy doloroso, pero en uno de los primeros encuentros con su madre después de su partida hacia Europa, ésta comenzó a contarle las historias de su vida, la de su abuela y la de su padre. Su madre se quedó durante seis meses y le habló todos los días dejando 60 horas de casettes grabadas que le sirvieron para narrar esta historia. Se siente una privilegiada pues aún con la Revolución Cultura, donde ella contaba 14 años, tuvo una vida mejor que la gran mayoría de jóvenes de su edad. Fue exiliada cerca del Himalaya y trabajó como campesina y electricista pero aún así pudo entrar a la Universidad cuando la reabrieron después de estar cerrada siete años y eso le permitió cumplir su sueño y abrirse al mundo exterior.
Al escribir esta novela y otras que le han seguido sobre los personajes que marcaron la historia de su país, piensa en la vasta mayoría de chinos y no piensa que sea la única víctima. Se siente enojada en el sentido de que Mao, ese hombre, ese líder de China, ese tirano, tuviera que traer tanto sufrimiento a una cuarta parte de la población del mundo.
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