Esta lectura compartida durante el mes de mayo en el club de lectura de la biblioteca es la séptima novela de la serie de Episodios Nacionales, escrita en 1874. Cuenta los antecedentes, la vida diaria, la rendición y la suerte de los prisioneros en el asedio a la ciudad de Gerona.
La ciudad de Gerona sufre dos primeros ataques en 1808, en que las tropas francesas intentaron apoderarse de la ciudad y fracasaron. Va a sufrir un tercer asedio de mayo a diciembre de 1809. La ciudad al mando del general Mariano Álvarez de Castro, capituló ante el general francés Carlos Augereau cuando ya no podía soportar los bombardeos, el hambre y las enfermedades.
Aquel mismo año Zaragoza fue asediada también, y Gabriel Araceli, narrador protagonista en el resto de novelas que conforman la serie de episodios nacionales, militar defensor y testigo en el asedio de Zaragoza no lo puede ser también en Gerona. Por eso esas luchas están en boca de Andresillo Marijuán. Este narrador en el camino hacia Cádiz, va contando a Gabriel el desarrollo de los siete meses de cerco y el destino de los prisioneros.
La novela se centra en las calamidades de los sitiados y tiene como protagonista a Andrés Marijuán, militar que se aloja en la cerrajería del sr. Mongat que a los pocos días del asedio muere dejando a cuatro huérfanos que describo escogiendo las palabras del autor, Benito Pérez Galdós; Siseta (Narcisita) tenía poco más de 20 años y los tres varoncitos, no sumaban entre todos igual número de años, Badoret apenas llegaba a los 10, Manalet, 6 y Gasparó empezaba a vivir, hallándose en el crepúsculo del discernimiento y la palabra. Tienen como vecino en el piso de arriba al médico Pablo Nomdedeu y su hija Josefina enferma, postrada y sorda tras uno de los bombardeos.
Estos personajes, todos ellos ficticios, conviven con otros reales como el general Mariano Álvarez de Castro quien pese a la inmensa desigualdad de fuerzas (50.000 franceses por 4000 españoles) defiende la plaza que se le ha encomendado hasta el desfallecimiento físico, o el general francés Augereau.
Por encima del terror de la batalla y el miedo a las bombas, los verdaderos enemigos son las epidemias y el hambre, tan capaces de alterar y confundir los comportamientos de los sitiados.
Llegó el mes de octubre y se acabó todo, señores: Se acabó la harina, la carne, las legumbres. No quedaba sino algún trigo averiado, que no se podía moler. ¿ Por qué no se podía moler? Porque nos comimos las caballerías que movían los molinos. Se pusieron hombres; pero los hombres, extenuados de hambre, se caían al suelo. Era preciso comer el trigo como lo comen las bestias, crudo y entero. Algunos lo machacaban entre dos piedras, y hacían tortas, que cocían en el rescoldo de los incendios.. Aún quedaban algunos asnos; pero se acabó el forraje, y entonces los animalitos se juntaban de dos en dos y se mantenían comiéndose mutuamente sus crines. Fue preciso matarlos antes que enflaqueciesen más; al fin la carne de asno, que es la más desabrida de las carnes, se acabó también.
La narración no cae en ningún momento en el sentimentalismo descompasado. Se desliza con objetividad, sin dar la razón a nadie, con una sensible mirada hacia el comportamiento de los personajes y a pesar de las precarias situaciones en que se ven inmersos los personajes, por la falta de avituallamiento, Benito Pérez Galdós sabe mitigar estas situaciones con unos sutiles toques de humor.
La sagacidad de este escritor decimonónico también la podemos ver en un mensaje dirigido a los lectores que está de plena actualidad a pesar de haber pasado mas de un siglo.
Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá a mis lectores, si, como creo, son españoles, y es que allí todos querían mandar. Esto es achaque antiguo, y no sé qué tiene para la gente de este siglo el tal mando, que trastorna las cabezas más sólidas, da prestigio a los tontos, arrogancia a los débiles
"Amigo Gabriel, en España no se premia más que a los tontos y a los que meten bulla sin hacer nada.
Este relato que narra Andrés Marijuán ha quedado encajado entre dos acontecimientos el asedio a Zaragoza, donde Gabriel de Araceli, el narrador del resto de episodios nacionales, sale reforzado por su valentía, y Cádiz donde tuvieron lugar las Cortes que dio lugar a la Constitución de 1812. Para acabar el episodio de Gerona Benito Pérez Galdós lo enlaza con el siguiente título que conforma la serie, Cádiz, dedicándole los dos últimos capítulos al relato de Andrés Marijuán, aposentado en una casa del Puerto de Santa María, donde pone al corriente de lo acontecido a Gabriel y va a seguir el hilo argumental de la historia entre los protagonistas del resto de los Episodios Nacionales.
Gerona está repleta de ideas sobre la utilidad de las luchas, la dependencia y subsistencia así como los sentimientos más incontrolables del hombre como el cariño, la humanidad, el amor filial, el egoísmo, las muertes inútiles, el patriotismo...pero el escritor ha sabido alejarse de la desconsideración de los que atacan y la justificación de los que defienden con una mirada objetiva, como un mero narrador distanciándose un poco del horror de la guerra.
Antología comentada de los Episodios nacionales edición de Rafael Moral. Madrid: Marenostrum, 2005
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