Leer ese verbo que según Jorge Luís Borges no admite el imperativo, nos permite intercambiar, comunicar, trabajar la empatía, socializarnos...y multitud de acciones que cada mes en el Club de Lectura de la Biblioteca las ponemos en práctica.
LA LECTURA
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio los libros y la noche.
De esta ciudad de los libros hizo dueño
A unos ojos sin luz que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden
Las almas a su afán…………
En 1995 escribió Jorge Luis Borges este poema de “los dones”, le habían nombrado director de la Biblioteca Nacional y se acababa de quedar ciego, sucedía a Paul Brusack también ciego.
¿Qué mayor paradoja?, un lector vivencial ciego y dueño del mayor tesoro que pudiera soñar, otro ciego, Homero, inició la historia literaria. Miles de años separan a Borges de Homero y la pasión es la misma: contar y ser contado.Cuando los hombres humanizan a sus Dioses nace la literatura.
La literatura quiere soledad, si el hombre habla de igual a igual a Dios escribe las páginas de su propio libro.
“Converso con el hombre que siempre va conmigo
Quien habla solo espera hablar a Dios un día”
A San Agustín se le aparece un ángel que le dice “tolle llege”, toma y lee, y luego escribe:
“Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros”.
La literatura no es la vida pero es lo que más se le parece.
Don Quijote no toma la pluma y continua la historia de Belianis, sino que de su vida hace un libro, ¿Qué mayor locura?, ¿Qué mejor forma de leer?
Carvalho, el detective cínico de Vazquez Montalban, quema libros, “Leí libros durante cuarenta años de mi vida y ahora los voy quemando porque apenas me ensañaron a vivir”. En una de sus novelas quema el Quijote.
Hay un punto en la lectura, la lectura personal de lo que uno ha leído, en que se pliega sobre si misma y volvemos a releer, es una metáfora de la vida que se alcanza con los edad, querríamos volver a vivir lo vivido por eso leemos lo leído.
“Yo se quien soy” dice Don Quijote que está releyendo “sus” libros en su propia vida.
Los libros nos acercan al “otro”, al otro ajeno y al otro propio; nos sorprendemos a veces levantando la vista de la página, asombrados por algo que leemos y hay un instante en que nos percibimos ajenos, como si el lector no fuéramos nosotros mismos sino “otro”, y pocas cosas unes dos personas que una lectura compartida, esta unión tiene un tercer agente , el autor, o mejor su obra, la obra que como cantó W. Whitman “no es un libro, quien lo toca, toca a un hombre.
Pero la literatura íntima, la lectura personal que se realiza a imitación del Doncel de Sigüenza, inmóvil y en silencio, convierte al lector en inventor, inventor del mundo pero también inventor de si mismo.
Literatura ,
lectura incluso libro no son palabras que en si mismas comprendan la
verdad que quieren expresar. No existe, no puede existir, palabra
adecuada; decimos literatura, lectura, libro pero queremos decir
sentimiento, reflexión, conocimiento y seguimos como Robinsones
habitando una isla una isla inagotable o como Akab persiguiendo una
gigantesca ballena blanca que al final nos arrastre sin remisión a
los abismos.
Jesús Merino Benito
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