El 28 de febrero esta majestuosa ciudad, recibía a los integrantes del Club de lectura de la Biblioteca y a lectores incondicionales de la obra de Antonio Muñoz Molina. Las novelas Beatus Ille, El jinete Polaco, Plenilunio y El viento de la luna centraría esta III ruta literaria para compartir nuestra jornada con el club de lectura En torno a la palabra de esta ciudad y juntos ir descubriendo (como lo llamaría Antonio Muñoz Molina) un espacio literario común, una ciudad inventada llamada Mágina, aunque de imaginaria solo tiene el nombre.
Decía San Agustín que "el mundo es un libro, y el que no viaja solo lee una página", muchas son las páginas que nos hemos leído de estas novelas y viajar a la preciosa ciudad de Úbeda nos ha permitido no solo trasladarnos en el tiempo y vivir el esplendor de esta tierra en el siglo XVI con el legado dejado por el arquitecto Andrés de Valdelvira, sino también a esos emblemáticos años 60 de este pueblo andaluz por los que andan los recuerdos de la niñez y adolescencia de Antonio Muñoz Molina.
Llegamos a La Plaza de Sta Mª con la impresionante Colegiata y la Sacra Capilla del Salvador del Mundo... se rendían a nuestros pies.
En la plaza Vazquez de Molina, dedicada a este ilustre arquitecto, nos esperaban Ramón Beltrán (archivero-bibliotecario) y nuestros compañeros de lectura con Luís Foronda y su mujer Isabel Cortés como jefes de esta expedición literaria.
Decía San Agustín que "el mundo es un libro, y el que no viaja solo lee una página", muchas son las páginas que nos hemos leído de estas novelas y viajar a la preciosa ciudad de Úbeda nos ha permitido no solo trasladarnos en el tiempo y vivir el esplendor de esta tierra en el siglo XVI con el legado dejado por el arquitecto Andrés de Valdelvira, sino también a esos emblemáticos años 60 de este pueblo andaluz por los que andan los recuerdos de la niñez y adolescencia de Antonio Muñoz Molina.
Llegamos a La Plaza de Sta Mª con la impresionante Colegiata y la Sacra Capilla del Salvador del Mundo... se rendían a nuestros pies.
En la plaza Vazquez de Molina, dedicada a este ilustre arquitecto, nos esperaban Ramón Beltrán (archivero-bibliotecario) y nuestros compañeros de lectura con Luís Foronda y su mujer Isabel Cortés como jefes de esta expedición literaria.
Escuchando el rumor sórdido del coche de caballos que lleva al médico D. Mercurio, en aquella noche fría de Carnaval narrado en El Jinete Polaco, nos dirigíamos al Barrio de San Lorenzo donde nació el autor, frente a La Casa de las Torres, uno de los primeros palacios platerescos que se construyó en Úbeda.
Allí recordamos la leyenda, narrada en esta misma novela, de la mujer emparedada, "esa momia incorrupta muy joven que según el abuelo Manuel había sido cautivada y emparedada por un rey moro", y que más adelante Manuel explicaría a Nadia este mismo hallazgo, recordando a doña Ana de Orozco, mujer de D. Andrés Dávalos de la Cueva quien fue emparedada viva por su marido y que tras una restauración del edificio en el siglo XX ponen al descubierto los restos que se suponen que son de Ana de Orozco, apareciendo de vez en cuando, su imagen en el último piso del torreón y escuchándose por la noche sus lamentos.
A tan solo unos pasos encontramos la Iglesia de San Lorenzo, base de la antigua mezquita, que tras estar más de 80 años cerrada, hoy gestiona la Fundación Huerta de San Antonio llevando a cabo una importante labor de restauración.
Desde la Torre de la Iglesia, en esta mañana fría y gris, apreciamos la Vega del Guadalquivir.
Llegamos al Paseo de la Cava, escenario de la novela Plenilunio. En este entorno “hacia el paseo de la Cava y los
jardines, en el extremo sur de la ciudad, al filo de la ladera
plantada de pinos que terminaba en las huertas, en las primeras
ondulaciones del valle” se descubre el cuerpo sin vida de una niña de nueve años con signos de violencia. Una novela que traspasa los límites de la novela policíaca pues va más allá de la lógica infalible de un detective que acaba descubriendo al asesino para volvernos a llevar a su ciudad natal y presentarnos en medio de sus investigaciones, una trama de personajes que perfila a la perfección, indagando en su memoria y mostrándonos las relaciones personales que existen entre ellos, revelándonos todos sus miedos y frustraciones.
En el barrio de San Pedro nos esperaba el Palacio de los Orozco, uno de los escenarios escogidos por Antonio Muñoz Molina en la novela Beatus Ille (1986). Una vivienda contruída a finales del siglo XIX con elementos propios del Art Noveau francés, destacando el mármol de sus columnas balaustradas y donde el autor se verá fascinado por el estilo de la misma desarrollando en el interior de ésta la historia de Manuel, el tío de Minaya, protagonista del libro.
Novela que este año celebra su trigésimo aniversario y que es quizás una de las obras más complejas del autor donde el principio y el fin se enlazan para dar lugar a multitud de saltos temporales que no siguen una línea cronológica estable y a lo que le tenemos que unir la multiplicidad de narradores que posee.
"...mirando la casa imaginando lo que había detrás de la puerta tan alta y de los balcones y ventanas del último piso que se encendía de noche como las claraboyas de un submarino"
La Iglesia de San Isidoro quiso ser testigo de los triunfos de Carnicerito de Úbeda como así nos lo cuenta Luís Foronda tomando como referencia el siguiente pasaje del Jinete polaco.
"oíamos en los anocheceres de verano el estampido de los cohetes que anunciaban el numero de orejas cortadas por él en alguna corrida. La gente se paraba en la calle y aplaudía, y hubo una tarde memorable en que se sucedieron cuatro cohetes y a continuación, después de un silencio en el que se extendía el humo y el olor de la pólvora, estalló por sorpresa un gran trueno que sacudió los cristales de todas las ventanas: Carnicerito, en La Maestranza, había cortado un rabo y lo habían sacado a hombros por la puerta grande. En la iglesia de San Isidoro, el párroco, don Estanislao, aguileño y huesudo como la estatua de san Juan de la Cruz que hay en el paseo del Mercado, vehemente taurino, interrumpió la misa al oír el ultimo cohete, y cuando dio gracias a Dios por el éxito de Carnicerito, los fieles, desconcertados al principio, prorrumpieron en una cerrada ovación, según atestiguo Lorencito Quesada, corresponsal de Singladura, el diario de la provincia, en una crónica que al ser leída por el obispo le deparó al sacerdote entusiasta una sanción que hasta las personas mas devotas de Mágina consideraron excesiva".
Seguimos recorriendo calles y llegamos a la plaza del Reloj y del general Orduña, tantas veces narrada en sus novelas que en la actualidad es la Plaza de Andalucía, allí nos imaginamos el consultorio de D. Mercurio, la tienda de tejidos del Sistema Métrico..
...y la estatua del General Orduña (General Leopoldo Saro) " que tiene los hombros amarillos de herrumbre y huellas de palomas y nueve agujeros de bala en la cabeza y el pecho... son balazos hijo mío, dijo su padre, como no podían fusilar al general Orduña que ya estaba muerto, fusilaron su estatua, los muy imbéciles" ( El jinete polaco)
Ya en la hora del almuerzo, en pleno corazón del casco histórico el hotel Mª de Molina
(un antiguo palacio del siglo XVI) acondicionaba el patio central para probar los platos típicos que teníamos preparados. Todo un placer para los sentidos degustar los andrajos y el lomo de orza.
En la comida más ruidosa hay un momento de la verdad , en el que nadie habla, todos absortos en el acto supremo de la nutrición, y en el que solo se escucha, masticar, sorber, chupar, raspar con una cuchara el fondo de una plato o de una olla. Comer en círculo, alrededor de una mesa camilla y de la fuente de tajadas y tomate frito...
(El viento de la luna)
Tras la comida pudimos asistir al encuentro literario que teníamos preparado entre los dos Clubes de lectura, donde compartimos experiencias y nuevos proyectos como la visita de este Club de lectura a nuestra localidad y poder realizar así una actividad conjunta más.
"...y viendo al final de la calle Nueva un ocaso rojizo que brilla en los azulejos de las cúpulas del hospital de Santiago", nos dirigimos a este impresionante edificio fundado por Juan Vazquez de Molina y proyectado por Andrés de Valdelvira en 1562 y terminado en 1575. Concebido como hospital, lugar de culto, palacio y enterramiento de su fundador. Un edificio de gran magnitud y complejidad con una espectacular escalera imperial, reforzada con una bóveda colgada y sin duda uno de los más bellos de la ciudad.
En torno a este patio central, se articula las distintas dependencias. En la actualidad es un importante centro cultural de Úbeda que alberga la Biblioteca Municipal, Salas de exposiciones y la antigua Iglesia convertida en Auditorio.
Terminamos nuestra ruta en La Sinagoga del Agua un edificio que hasta el año 2010 no ha sido abierto al público, dado que había permanecido oculto hasta su descubrimiento accidental tras unos trabajos de demolición del edificio. Aunque hay disparidad de opiniones, pues no se encuentra bien documentado, en cuanto al uso y cronología de este espacio, es posible que se trate de una sinagoga anterior al siglo XIV. Al igual que ocurre con las sinagogas medievales españolas, los espacios son pequeños y austeros en cuanto a materiales y siempre por debajo del nivel de la calle.
Terminamos nuestra ruta en La Sinagoga del Agua un edificio que hasta el año 2010 no ha sido abierto al público, dado que había permanecido oculto hasta su descubrimiento accidental tras unos trabajos de demolición del edificio. Aunque hay disparidad de opiniones, pues no se encuentra bien documentado, en cuanto al uso y cronología de este espacio, es posible que se trate de una sinagoga anterior al siglo XIV. Al igual que ocurre con las sinagogas medievales españolas, los espacios son pequeños y austeros en cuanto a materiales y siempre por debajo del nivel de la calle.
Cabe destacar sobre la arcada izquierda cuatro columnas originales que configuran un espacio fundamental en las sinagogas: la galería de mujeres, así llamada por ser el lugar que ocupaban éstas durante las ceremonias y ritos, ocultas tras las celosías. La última parte reseñable de ese espacio son los pozos, siete en total, que nos ayudan a comprender la importancia simbólica del agua subterránea en la construcción de las sinagogas, dos de ellos aún tienen agua y su brocal original. conformando el espectacular Mikveh, donde se realizaban baños rituales para la purificación.
Úbeda, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, cuna de grandes escritores y que sin duda merece una segunda visita.
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