A punto de finalizar los Juegos Olímpicos Tokio 2020, la cultura japonesa ha irrumpido en nuestros hogares a través de este evento internacional. Si hay una palabra para definir las características especiales de la mentalidad japonesa esa es la armonía.
A pesar de todas las dificultades, adversidades económicas y guerras, Japón ha sido capaz de rehacer su sociedad, realizando transformaciones, imitando los modelos extranjeros e incorporándolos a la sociedad japonesa.
La literatura es una forma fantástica para aproximarnos al conocimiento de los complejos patrones de esta cultura milenaria y por esta razón he querido sacar de nuestro fondo bibliográficos algunas de las obras literarias más representativas que nos acerquen a todo el conjunto de costumbres, tradiciones y simbología japonesa.
La literatura en idioma japonés abarca un período de casi un milenio y medio, que va desde la crónica Kojiki, del año 712 que narra las leyendas mitológicas más antiguas de Japón, hasta los autores contemporáneos. En sus primeras etapas fue cuando más recibió la influencia de la literatura china y muchas veces se escribió en el idioma chino clásico. La influencia china se sintió en diferentes grados hasta el período Edo, disminuyendo significativamente en el siglo XIX, cuando la cultura japonesa tuvo mayor intercambio con la literatura europea.
La primera obra seleccionada nos aproxima al pensamiento Zen: técnica budista que te ayuda a vivir con una mentalidad y actitud positiva. El verdadero significado de la palabra «Zen» implica el vivir una vida plena pero sobre todo autentica, enfocándote en el presente. Haciendo que cada momento que vivas sea una experiencia única para ti.
El zen siempre ha utilizado el cuento y la anécdota para poner al alcance de todos el pensamiento zen, tan difícil de captar a causa precisamente de su simplicidad. El cuento zen desintoxica la mente, choca con los principios, hace replantearse los modos de pensamiento, hace desaparecer los prejuicios. El cuento zen, que nos abre las puertas de un mundo encantado, es ante todo una escuela de
libertad. Este volumen reúne la totalidad de los ochenta cuentos zen de Henri Brunel junto con numerosas ilustraciones
en color de los maestros de la estampa japonesa de los siglos XVIII y XIX.
Uno de los símbolos más característicos de la cultura japonesa es el gato que para la religión sintoísta es símbolo de fortuna.
El escritor nipón Natsume Soseki ( 1867-1916 ) nos deleita con esta obra maestra de la literatura donde narra con humor las aventuras de un gato que de forma accidental tienen que convivir con un grupo de grotescos personajes miembros de la clase media tokiota.
El gato de la fortuna - Naneki-neko - es un icono de los negocios para atraer la buena suerte. Se remonta al siglo XVII y representa al gato bobtail japonés que llama con la pata a quién lo ve. La pata levantada del gato puede ser la izquierda o la derecha según lo que desee su dueño. Si levanta la pata izquierda invita a la entrada de más clientes al negocio y si levanta la pata derecha atrae a la riqueza y al dinero.
El maneki-neko tiene diferentes colores en su fabricación, dependiendo del tipo de fortuna que el dueño quiera obtener.
Blanco: Felicidad, pureza
Negro: Seguridad, protege de espíritus malignos
Rojo: Protege de la enfermedad
Oro: Riqueza y prosperidad
Rosa: Amor y romance
Azul: Éxito en la educación
Verde: Seguridad familiar
El arte de la guerra también está muy presente en Japón con la figura de Samurai : guerreros japoneses que sirven a un señor.
En la Era Meiji (1868-1912), el escritor Nitobe Inazō dio a conocer al mundo el bushidō como uno de los cimientos del espíritu de los japoneses en su obra homónima. Sin embargo, hay que preguntarse en qué consiste el espíritu del samurái y si éste se comprende de manera correcta dentro y fuera de Japón.
Según Nitobe, el bushidō es "el camino que el guerrero tiene la obligación de seguir tanto en su oficio como en su vida cotidiana", cuyo origen se ha desarrollado a partir de la forma de vida de los guerreros transmitida oralmente desde hace cientos de años. Además, la raíz del bushidō está en los preceptos budistas de aceptar con calma aquello que no se puede evitar, mostrar una tranquilidad estoica ante los peligros y desgracias, y tener una percepción de la vida y la muerte sin apego por la primera.
La ética del samurái en el Japón moderno es el ensayo que escribió Yukio Mishima sobre “Hagakure”, el clásico de la literatura samurái, escrito en el siglo XVIII por Yamamoto Tsunetomo (1659-1719) tras dejar las armas y convertirse en monje budista con el nombre religioso de Jocho.
“Hagakure”, traducido como “Oculto por las hojas”, es un conjunto de dictados sobre el samurái ideal, y fue muy popular en Japón hasta la Segunda Guerra Mundial. Fue una de las obras que acompañaron a Mishima desde niño y que dio sentido a su vida, viendo en ella una vía de protesta contra la sociedad japonesa que olvidaba sus valores tradicionales.
Mishima hizo suya una de las máximas de Yamamoto: “Descubrí que el Camino del Samurái es la muerte”, como “abandono de uno mismo como medio de conseguir la virtud”. Terminó muriendo en 1970 practicándose el “seppuku”, el rito tradicional del suicidio japonés.
Donde los japoneses son unos auténticos maestros es en la papiroflexia u Origami que significa en japonés literalmente “papel doblado”, es un tipo de arte decorativo y practico; es el antiguo arte de doblar figuras de papel. El arte del origami tiene sus raíces en la antigua China, donde se inventó el papel. Originalmente, el origami se usaba en ceremonias religiosas.
Kunihiko Kasahara es una de las figuras más destacadas de esta actividad en el mundo. El Origami clásico prescribe el uso de una hoja de papel sin el uso de tijeras. Al mismo tiempo, a menudo para moldear un modelo complejo, es decir, moldearlo y para su conservación, se utiliza la impregnación de la lámina original con compuestos adhesivos que contienen metilcelulosa.
Otro icono de la cultura y las tradiciones japonesas son las geishas. Son artistas refinadas y cultas que entretiene a sus clientes (invitados, visitantes) en fiestas, reuniones o banquetes con danza japonesa, cantando, llevando a cabo una ceremonia del té o hablando sobre cualquier tema, generalmente vestida con un kimono y con maquillaje (oshiroi) y peinado del cabello tradicionales.
Un fragmento de este libro nos describe a la perfección esta figura femenina.
“Recuerda que las Geishas no son cortesanas y no somos esposas, vendemos nuestras habilidades no nuestros cuerpos, creamos otro mundo secreto, un mundo de belleza. La palabra Geisha significa artista y ser un artista es ser considerada como una obra de arte en movimiento”
Otro signo característico de esta cultura milenaria es la gastronomía, invitando a que descubráis la colección de libros de cocina que une tradiciones como la ceremonia del té doy fin a este recorrido por nuestro repertorio bibliográfico.
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