lunes, 17 de diciembre de 2018

NOVEDADES LITERARIAS PARA CELEBRAR EL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA 2018





El 16 de diciembre es el día elegido por la Junta de Andalucía para celebrar el Día de la Lectura en Andalucía. Este día nació Rafael Alberti y también, tal día como ese, en 1927 se reunieron en el Ateneo sevillano los poetas que conformarían la Generación del 27: Lorca, Alberti, Dámaso Alonso, Bergamín, Cernuda y Gerardo Diego. Alrededor del 16 de diciembre, por tanto, se celebran en las distintas provincias de la comunidad autónoma actividades literarias y de fomento de la lectura.

En la Biblioteca de Baena lo hemos querido celebrar con la presentación de las NOVEDADES LITERARIAS adquiridas y así poder disfrutar de la lectura más actual.

Para los usuarios adultos, os mostramos una información parcial de las últimas obras adquiridas, muchas de ellas solicitadas por los propios usuarios de la Biblioteca.



El público Juvenil va a poder disfrutar de los premios literarios para edades comprendidas entre 13 y 18 años.



Para los que disfrutan con Gerónimo y Tea Stilton  aquí tenéis algunos de los títulos adquiridos.



Si tus aficiones son la danza y el fútbol, echa un vistazo a estas nuevas adquisiciones.



La Consejería de Cultura, a través del Centro Andaluz de las Letras, dedica el año 2018 el Día de la Lectura en Andalucía a un panel heterodoxo de personalidades literarias andaluzas o relacionadas íntimamente con nuestra tierra. Bajo el lema Libros con nombre propio. Heterodoxia y compromiso con la literatura andaluza, los autores y autoras María Teresa León, Gloria Fuertes, Domingo F. Failde, Zenobia Camprubí, Juan de Loxa, Leopoldo de Luis, Antonio Hernández, José Luis Tobalina y Agustín Gómez Arcos serán los protagonistas de los actos centrales en esta edición 2018.

Todos los años, el Centro Andaluz de las Letras elige como figura central a un escritor o escritora y sus palabras son el eco de la Alocución ciudadana que se lee en todos los actos que se celebran en Andalucía. Este año 2018 la alocución la ha realizado el poeta Jorge Urrutia y nos invita a la lectura a través de un bellísimo texto titulado Leer es descubrir que dice así:


¿Qué es más importante, leer o escribir? Van a decirme ustedes que es una pregunta extraña, pero las preguntas que no son extrañas no merecen hacerse. Hay tanto ya escrito, que parece más importante leer. Pero leer no consiste simplemente en juntar letras y palabras, sino en comprender lo que se lee. Y comprender es más que entender el significado de la cadena que conforman, unas detrás de las otras, las palabras. Leer, y leer literatura, consiste en sumergirse en lo que el libro ordena y penetrar en la vida que, parecida o no a la cotidiana, el escritor construye. De modo que leer es vivir. Y también soñar un mundo nuevo y tal vez maravilloso. O simplemente, soñar nuestra calle. También resistir la dureza y dificultad de la existencia, con sus disgustos, sus dificultades, sus amenazas, sus daños, sus penas. Leer es sobrevivir. Entre escribir y leer, parece que lo más importante, lo que nos corresponde a todos, es leer. Pero para que podamos leer, antes alguien ha tenido que escribir. Y tampoco escribir consiste sólo en juntar las letras para construir palabras, ni en poner las palabras en fila para hacer frases, ni en acumular las frases. El escritor selecciona del mundo lo más significativo y nos lo pone delante para que lo comprendamos. Escribir es hacer que el lector descubra. Ayer, decimos a los amigos, hice una excursión y descubrí un lugar encantador. Ese lugar, paisaje, pueblo, edificio, existía ya, pero no habíamos viajado hasta allí o no habíamos tenido noticia de él. Así, el escritor nos hace conocer lo que, visto ya o no, desconocíamos o no apreciábamos. Nos pone delante lo diferente, lo otro, la cara oculta de la luna, lo prohibido, lo secreto. El escritor debe ser un heterodoxo, alguien que no sigue lo ordenado, lo previsto, lo impuesto. El escritor se rebela contra lo sabido y, por ello, nos empuja a conocer un mundo nuevo. Un poeta tan nuestro como Rafael Alberti se quejaba desde el exilio de lo que escribían los poetas andaluces durante la dictadura franquista: “¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? /¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? / ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?” Cuando cantan, decía Alberti, parecen que están solos. Pero Alberti sólo quería llamar la atención, porque había poetas andaluces solidarios que no se limitaban a describir paisajes o a trazar versos sentimentales.

Uno de esos poetas fue Leopoldo de Luis, cordobés —serio como son los cordobeses, reconcentrado, como se reconcentran los cordobeses, senequista, porque los cordobeses llevan a Séneca en el fondo de su pensamiento— que supo encontrar una voz diferente y hablar de la tierra, de la mina, del mar, de la luz, del trabajo, del hambre. De aquello que ha sido el sufrir de nuestra gente. Pero encontraba siempre una esperanza, confiaba en que el ser humano sabe vencer las dificultades para lograr una vida más justa. Era una poesía alejada de lo manido, de lo consabido, del folklore barato que el franquismo quería ver cómo única imagen de Andalucía y de España. Así, en el poema “Andalucía, julio”, el poeta descubre el sonido de la tierra, la pobreza de la tierra, su soledad. Tierra por la que transitan gentes doloridas y quemadas por la dureza de la vida. “Suena la tierra al sur. Campos ardidos, / secos rastrojos, cenicientas matas, / olivos negros para la aceituna / que rueda ciega hacia otras patrias”. Es una imagen dura de nuestro país que había que denunciar y simbolizar ante los ojos de la gente: “Hay una patria de esperanza y sombra / donde amanece el hombre cada día, / tierras aradas en silencio, campos, / que en soledad siguen soñando vida”. Lo ortodoxo, como en las películas del franquismo, hubiera sido hablar de los campesinos que trabajan cantando, pero el poeta sabe bien que se araba en silencio. O como se decía: cuando el andaluz canta, algo tiene en la garganta. El cante jondo. El cordobés Leopoldo de Luis, que cumpliría ahora cien años, poeta serio, triste tantas veces, siempre muestra confianza en la gente, en todos nosotros; se basa en la fuerza que se obtiene del trabajo, de la decisión, de la voluntad. Por eso, uno de sus poemas más famosos dice: “cada uno hace la patria / con lo que tiene a mano”, es decir: la herramienta, los materiales, la fatiga, la ilusión y, termina: “La rosa de la esperanza aún en la sonrisa”. El poeta —hoy Leopoldo de Luis— escribe, nos descubre el mundo, nos invita a cambiarlo. Nosotros leemos. Descubrimos con él. Nos decidimos a la vida, a una nueva vida que tal vez alcancemos. Escribir y leer. Toda una vida.

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