La infancia es un tema común en las obras de Miguel Delibes. Con esta novela que vio la luz en 1973 el escritor se sumerge en la vida de un niño de tres años llamado Quico que ve como es desplazado por el nacimiento de su hermana Cris. Nuestro protagonista, el quinto de seis hermanos de una familia acomodada intenta recuperar el protagonismo perdido con toda clase de travesuras y artimañas.
En la presentación de la antología Mi mundo y el mundo escribía el autor que una vez le preguntaron el porqué de tantos niños protagonistas en sus novelas, a lo que él respondió que para él el niño es un ser que encierra toda la gracia del mundo y tiene abiertas todas las posibilidades, es decir, puede serlo todo, mientras que el hombre, es un niño que ha perdido la gracia y ha reducido a una, el oficio que desempeña, sus posibilidades. Sin duda en esta novela el niño protagonista tiene mayor interés humano que el adulto.
Las doce horas, tiempo en el que transcurre la novela, en la vida de Quico son intensas con él conocemos el aburrimiento, la tristeza, la culpa, el miedo, la agresividad e infinidad de sentimientos que nos van a poner al día de lo que siente un niño de esa edad y es que el elemento más cuidado de la obra de Delibes son sus personajes.
También los adultos cobran protagonismo en esta novela, son muchos los personajes femeninos que rodean al niño, la madre, Mercedes que al comienzo de la novela adquiere una curiosa sensación de anonimato ofreciendo el aspecto de una bata de flores rojas y verdes, Vito (una de las criadas de la casa), Domi (señora mayor que cuida de los pequeños) y la tía Cuqui, hermana del padre de Quico que vive en el piso de arriba. Delibes ha sabido ver a través de la mirada ajena dejando que sus personajes hablen por sí mismos y así lo harán todos incluyendo al cabeza de familia, Pablo que en sus pocas intervenciones a lo largo de la novela nos va a hacer ver las difíciles relaciones familiares de la pareja y el carácter déspota y autoritario que va a influir en todos los miembros de la familia.
Otro aspecto a destacar en la novela es la facilidad con que el escritor nos introduce el lenguaje coloquial en boca de las criadas y del novio de una de ellas.
En distintas ocasiones Miguel Delibes ha expresado sus ideas acerca de la función que debe cumplir la novela en nuestro tiempo. Nos decía que antes que divertir, para eso estaba el cine comercial y la televisión, la novela debe inquietar porque es el instrumento más directo de que disponemos para barrenar la oronda seguridad de una burguesía satisfecha. Para él la misión tiene que ser criticar, denunciar el sistema de hoy y al de mañana porque todos los sistemas son susceptibles de perfeccionamiento y eso a su modo de ver solo se consigue desde una conciencia libre sin vinculaciones políticas.
Es por ello que merece resaltar el aspecto psicosocial del príncipe destronado y la visión realista de la sociedad española de mediados de los años sesenta, con una crítica al despotismo del padre y el trato despectivo hacia su mujer, la violencia familiar, el autoritarismo ante los hijos sin tener en cuenta sus opiniones y sin dejar que ellos actúen según sus convicciones.
Una novela que ha sido llevada a la gran pantalla por Antonio Mercero en el año 1977 bajo el título La guerra de Papá.
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