El domingo día 28 de abril el Club de lectura y usuarios de la Biblioteca compartimos la VII Ruta literaria en Córdoba basada en el libro de Wallada: la última luna, además disfrutamos del encuentro con la autora del libro, Matilde Cabello que durante un trayecto de dos horas y media nos fue adentrado en la figura de Wallada y la Córdoba de los Omeyas.
Comenzamos nuestra ruta junto al mirador de la Puerta de Sevilla, allí la escritora nos sitúa en el contexto histórico del libro, el califato de los Omeyas cordobeses (929-1031), que supuso el apogeo del poder militar, económico, cultural y artístico de Al Ándalus.
En el año 994, su esplendor comenzó a agonizar. Muerto el califa Alhakem II, el general Almanzor desplazó al joven heredero, Hixen II, a desempeñar un papel meramente decorativo. Cuando este muere, el Califato se sumergió en una etapa oscura de revueltas e intrigas, que dejaría una nómina de quince mandatos, en menos de 35 años. En el seno de esas luchas fraticidas, la ciudad califal de Medina Azahara fue reducida a cenizas. El califato estaba condenado a morir. En este contexto se desarrolla la existencia de Wallada, poetisa y princesa Omeya, hija de Muhammad III al-Mustakfi, penúltimo califa Omeya, que murió asesinado.
Matilde Cabello nos desvela como surgió la idea de escribir esta novela. Ella siempre había tenido gran curiosidad por las poetas de Al-Andalus y de Wallada en especial por ser cordobesa y girar alrededor de ella una historia injusta, pues su historia de amor con Ibn Zaydun la delaga a un segundo plano a nivel literario y humano.
En el archivo de Fez, su amigo Mohamed ,descubre un documento sobre Wallada, una mujer que en los países de lengua árabe aparece en la mayoría de las antologías que tratan sobre la etapa andalusí. Se lo traduce y es aquí donde comienza el germen de esta bella novela escrita en prosa poética.
La literatura andalusí fue silenciada tras la caída del Califato, ya que durante la Reconquista se trató de eclipsar esta cultura. De Wallada sólo se conservan seis sátiras y un pequeño poema, relacionados con su romance con Ibn Zaydun. Las primeros reflejan los celos, la añoranza y los deseos de encontrarse; otro la decepción, el dolor y el reproche; los cinco siguientes estarán cargados de reproches por las infidelidades de Ibn Zaydun con una esclava negra e incluso con amantes masculinos; el ultimo relatara su libertad y su independencia.
A lo largo de nuestro recorrido fuimos leyendo poemas del libro , reproduzco éste que en palabras de Ibn Zaydun nos habla del aspecto físico de Wallada.
Es de sangre real, y, de su limo
mano divina moldeó a los hombres,
a ella tan sólo la formó de almizcle,
con ornato sin par hebrillas de oro.
Tan leve, que le pesan, si se curva,
las margaritas del collar; tan muelle,
que su piel ensangrientan las ajorcas.
Aunque envuelta en sus velos, sólo un punto
le de la luz, el sol es la nodriza
que amamanta de dorada leche,
y en su mejilla remansado queda
un brillo de luceros que la adorna
y, al par, la guarda de mirar maligno.
No puedo repetir con tanto rango,
pero sí en el amor, y eso me baste.
Con este libro la autora ha conseguido hacer una recreación fiel de los espacios de Córdoba durante el Califato.
En la puerta de la Mezquita recordamos las alabanzas de Ibn Suhayd, reseñada en el libro, al antiguo esplendor de Córdoba.
La gran mezquita rebosaba de toda clase de gentes que salmodiaban el Corán, escuchaban las lecciones que querían y miraban (lo que les rodeaba).
Los caminos que llevaban a los mercados atestiguaban que la concentración del Juicio Final no llegará a contener todas las gentes que pasaban por estos caminos.
¡Oh paraíso sobre el cual el viento de la adversidad ha soplado tempestuoso, destruyéndolo, como ha soplado sobre sus habitantes aniquilándolos!
Tus patios, para los visitantes, era una Meca en la cual las gentes sobrecogidas que en ellos se refugiaban encontraban ayuda y socorro.
¡Oh morada en la que el ave agorera se posó! Tus habitantes, tras el camino sufrido, son irreconocibles.
¡Y mi corazón se parte al pensar en tus sabios, sus eruditos, sus hombres de letras y sus espíritus delicados!
Y también en palabras de Ibn Suhayd leemos el declive de la Córdoba Omeya
No hay entre las ruinas ningún amigo que pueda informarme; ¿ a quién podría preguntar para saber qué ha sido de Córdoba?
Por una ciudad como Córdoba, son poco abundantes las lágrimas que vierten los ojos en chorro incontenible.
Cuando yo la conocí todos sus habitantes estaban unidos ( en la concordia) y la vida era bella.
El palacio, el de los Omeyas, estaba lleno de todo lo deseable y el califato era la cosa más grande.
Culminamos nuestro recorrido en el monumento que la ciudad de Córdoba rinde a Wallada e Ibn Zaydun. llamado el monumento a los enamorados obra del arquitecto Víctor Escribano y del escultor Pablo Yusti
El pequeño templete resguarda dos manos masculinas, que según nos explica Matilde Cabello, con él Pablo Yusti quiso rendir un homenaje a ese amor entre hombres que durante tanto tiempo fue perseguido e hizo que muchos creadores tuvieran que abandonar nuestra tierra.
Bajo las manos podemos leer un fragmento de dos poemas, uno que ella le dedico a él y otro que él le dedico a ella, ambos escritos en castellano y en árabe.
¡Ay, qué cerca estuvimos y hoy qué lejos!
Nos separó la suerte, y no hay rocío
que humedezca, resecas de deseo,
mis ardientes entrañas; pero en cambio,
de llanto mis pupilas se saturan.
Tengo celos de mis ojos, de mí toda,
de ti mismo, de tu tiempo y tu lugar,
Aún grabado tú en mis pupilas,
Mis celos nunca cesarán…
No hay comentarios:
Publicar un comentario