Estas dos novelas de estilos muy distintos son las que hemos compartido con el Club de lectura de la Biblioteca en estos dos últimos meses.
Con Tokio Blues. conocida así en nuestro país pero cuyo título en el resto de países es Norwegian Wood, descubrimos a Haruki Murakami (Kioto 1949), un reconocido escritor y traductor nipón que odia las entrevistas, que le encanta la música sobre todo el jazz y que entre sus escritores de referencia se encuentran Fiodor Dostoievsky, Truman Capote y Scott Fitzgerald, de hecho la traducción que hizo de la obra de este último escritor, El gran Gatsby, fue todo un éxito en su país.
Esta novela publicada en 1987 fue un éxito de ventas en toda Asia y el resto del mundo, galardonada con los premios Jerusalén y el Frank Kafka. Con ella nos dejamos arrastrar hasta los convulsos años sesenta donde Toru Wataname, un ejecutivo de 37 años, escucha mientras aterriza en un aeropuerto alemán, una antigua canción de los Beatles, Norwegian Wood, que le harán remontarse hasta su juventud recordando a la misteriosa e inestable Naoko, novia de su mejor y único amigo Kizuki cuyo suicidio hará que se distancien. Un año después se reencuentran en la Universidad e inician una relación sentimental que sufrirá un distanciamiento por la frágil salud mental de Nahoko. Entre todos estos acontecimientos aparecerá Nagasawa un estudiante de Derecho que vive en la residencia de estudiantes y con el que Toru comparte el gusto por la lectura, a Midori una joven activa y resuelta que tras las crisis de Naoko, le servirá de refugio a nuestro protagonista.
El sexo, el amor y la muerte van a estar muy implícitos en toda la novela y sus protagonistas inmersos en un triángulo amoroso intentan encontrar un equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo.
Cada una de las páginas de esta novela van a estar cargadas de melancolía, sufrimiento y dolor pero una de las cosas que más nos ha sorprendido es que no se recrea en ese dolor apartando los sentimentalismos, esto nos hace recordar a los existencialistas franceses como Sartre en La náusea o el extranjero de Albert Camus.
Los diálogos son brillantes en toda la novela y sorprenden las descripciones sexuales. La afición por la música del autor, la literatura y el cine nos irán llevando a lo largo de toda la obra. En muchas ocasiones nos describe las cosas con tanto detalle y con las palabras tan justas que hace imaginarnos las historias como si de una película se tratara.
En los años sesenta, al igual que en otros países , Japón fue escenario de numerosas revueltas estudiantiles contra el gobierno, reflejadas en la novela en algunas conversaciones en Toru y Midori o en detalles como la mención de la novela Bajo las ruedas de Hermann Hesse, contra los sistemas educativos conservadores que impiden el desarrollo de los escolares como personas ante el alto nivel de exigencia académico.
La novela va a ser también una crítica a la juventud de su país poniendo de manifiesto actitudes como la indiferencia de Nagasawa hacia su novia, quien consiente resignada las infidelidades de la pareja, el excesivo nivel de exigencia entre los jóvenes, convirtiéndolos en materialistas y competitivos, la incapacidad de éstos para asumir el fracaso que, en la mayoría de ocasiones desemboca en el suicidio o la temprana sexualidad de éstos.
Nos damos cuenta que para Murakami cualquier cosa de la vida cotidiana puede ser un pretexto para escribir una novela, por ejemplo la canción de Norwegian Wood que traducida viene a decir:
Una vez tuve a una chica, ¿o debería decir que ella me tuvo a mí? Me enseñó su habitación, ¿no es bonita?,
Madera noruega.
Me pidió que me quedará y me dijo que me sentara en cualquier sitio
Así que miré alrededor y me di cuenta que no había ninguna silla.
Me senté en una alfombra, esperando mi momento, bebiendo su vino.
Hablamos hasta las dos y luego dijo
"Es hora de irse a la cama"
Me dijo que trabajaba por la mañana
Y comenzó a reirse.
Le dije que yo no, y gatee hasta el cuarto de baño para dor
mir allí.
Y cuando desperté estaba solo, la chica había volado.
Así que encendí un fuego, ¿no es bonito?,
madera noruega.
En el mes de abril damos un salto de género y nos adentramos en todo un clásico del humor inglés. De la mano de Tom Sharpe disfrutamos de las más disparatadas situaciones protagonizadas por el matrimonio Wilt, compuesto por Henry, un profesor de Humanidades en una Escuela de Artes y Oficios que fantasea con asesinar a su mujer y Eva aficionada al yoga, a la cerámica, a la meditación trascendental, al esnobismo sociocultural y a denigrar de su marido.
Tras una fiesta en casa de los Prinsheim, una pareja estadounidense con dinero y una mente muy abierta, se suceden una serie de circunstancias en su contra que hace que Henry sea acusado de un crimen que no ha cometido.
A lo largo de la novela van aconteciendo una serie de situaciones disparatadas con una muñeca hinchable llamada Judy, con interminables y desternillantes interrogatorios del inspector Flint, con el reverendo St. John Froude...El humor va a servir para ridiculizar a la sociedad británica, al sistema educativo, a las relaciones de pareja, al clero, a las instituciones, todo con una mirada muy atenta a las injusticias de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario